CasaMario está en el centro de exposiciones de la Plaza del Entrevero hasta el 7 de julio
ROSALÍA SOUZA
Martes, 18 Junio 2019 03:30
Montevideo, Uruguay
Salirse de la lógica del colectivo privado significaba encontrar mecanismos para vincularse con los visitantes, conocedores de arte o simplemente curiosos, turistas o montevideanos que se acercaran. Para eso, prefirieron ir más allá de lo visual, lo que tampoco escapa demasiado de la lógica del arte contemporáneo. "Dispusimos una serie de apartatos y dispositivos que son para estar y participar y hacer cosas: uno no viene a recrear lo retinal, la vista, la visión. Para lo retinal hay que trabajar mucho porque no se entiende bien de qué se trata", sostiene Alonso.
Dicen que en este tiempo que llevan exponiendo notan que el feedback del mundo artístico no es mucho, pero sí han tenido buena respuesta del público general. "Diarios del odio", una pared repleta de comentarios maliciosos que un grupo de artistas recopiló de los medios, interpela y atrapa. El "Golfito" depende de la participación activa del visitante, que debe recorrer la sala jugando al minigolf en maquetas que recrean edificios polémicos de los últimos años. Hay que embocar la pelota en el San Rafael de Viñoly, en el Antel Arena o en la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Siguiendo el mapa del minigolf, el visitante se va acercando a otras obras, como las puertas que hablan de la necesidad de espiar casas ajenas o la claraboya y un colchón roto que remite a los edificios abandonados que se ven siempre por Ciudad Vieja. Esos que muchos ocupan y viven aunque estén en ruinas. Desde CasaMario lo ven como un punto de estudio, sobre todo por el vínculo de los uruguayos con esos espacios. "Pensamos que está muy mal que haya casas cayéndose, pero tampoco queremos que las toquen", opina Niklaus Strobel, artista Suizo que hace ocho años vive en Uruguay y forma parte del colectivo.
Alonso cree que instancias expositivas de este tipo, en equipo e integradoras, son necesarias, y además invita a repensar las instituciones. "Sobre todo aquí, las instituciones son muy jerárquicas. A nosotros nos interesa revertirlo. Deberíamos pensarlo de una forma menos individualista, más cooperativa. La colaboración es un lugar para nosotros importante de pensar día a día, y la confianza en juego. Buscamos romper ese molde disciplinar que siempre esta construyendo su linea histórica y de pensamiento".
Los motivos de CasaMario
Surgió en 2013, cuando el artista Sebastián Alonso invitó a su colega Tamara Cubas a limpiar una casa antigua que antes supo ser comercio de cueros Casa Mario en Ciudad Vieja. La idea era habitar una casa por un tiempo y ver qué sucedía allí y cómo los nutría el diálogo con esa vecindad. En 2014 terminaron de limpiar la casa y pasaron a habitar.
“El principio de ese proyecto tuvo que ver con imaginar o intuir que con la transformación de ese barrio iban a pasar cosas. Sabíamos que había unos grupos bastante fuertes de accionistas que iban a empezar a invertir y la ciudad estaba cobrando otra visualidad, otra velocidad. Nos interesaba saber qué iba a acontecer con las poblaciones más arraigadas en el barrio. Si iban a poder resistir una invasión del capital. O de los turistas”, explica Sebastián Alonso. Con esa intención, y con el espacio para debatir y crear, empezó un proyecto que ahora, seis años después, sale de la casa para mostrar a los otros y para revisarse a sí mismos.
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