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Foto del escritorSyd Krochmalny

Consultorio sentimental

No sólo era un riguroso sociólogo que trajo la modernidad científica a la Argentina. Entre 1948 y 1951, Gino Germani se divertía interpretando los sueños de los lectores de la revista Idilio. La editorial Caja Negra reunió esos textos escritos junto al psicoanalista Enrique Butelman e ilustradas con fotomontajes de Grete Stern.


Por Carla del Cueto (Radar libros, Página 12)



Gino Germani fue un activo impulsor de la sociología científica, tanto desde la serie de estudios acerca de la estructura social y los procesos de modernización en Argentina, como desde su rol en la institucionalización de la disciplina. Además, fue un activo agente cultural que participó en la publicación de obras de importantes intelectuales a través de estudios preliminares, como prologuista y como traductor. Menos conocida es su faceta algo juguetona y poco valorada: la interpretación de los sueños de las lectoras de la revista Idilio. La dupla conformada por Gino Germani (sociólogo) y Enrique Butelman (psicólogo) publicó una serie de análisis de sueños bajo el seudónimo de Richard Rest en la sección “El psicoanálisis te ayudará” de la revista femenina de circulación masiva. La reciente publicación de Los sueños: Gino Germani en la revista Idilio reúne los textos publicados, entre los años 1948 y 1951, en una edición al cuidado de Syd Krochmalny y Marina Mariasch. El libro incluye no sólo los textos producidos por Germani y Butelman sino también reproducciones de los fotomontajes de Grete Stern que versionaban los sueños y facsímiles de la revista. 

Estas colaboraciones de Germani pueden ser interpretadas como una intervención cultural. En esos textos en que interpreta los sueños pone en juego un saber, el psicoanálisis, y da a conocer un modo de interpretación. Como se menciona al comienzo: no son los proyectos editoriales ni las traducciones, ni la empresa de fundar una disciplina, sino la vocación por difundir un saber hacia el gran público. Puede pensarse esto último también como una suerte de apuesta política que incluye la sociología de la modernización y el rol de las clases medias en ese proceso. La indagación en torno de las clases medias de corte sociológico en Argentina reconoce dos momentos. El primero de ellos se ubica en el período de los ‘50 a los ‘60 cuando la preocupación central giraba alrededor del papel que las clases medias podrían cumplir en relación con la estabilidad política y social y cuál podría ser su contribución futura como actor social. Recién en los años noventa reaparecen los estudios sociológicos que se ocupan del estudio de las clases medias. Esta vez ligados a las trayectorias descendentes y de diversas experiencias de pauperización en los años ‘80 y ‘90. El interés de los estudios producidos a mediados del siglo XX estaba ligado además a la cuestión del desarrollo en América Latina. Esos trabajos otorgaban una identidad cultural propia a los sectores medios, aún cuando se señalaba su heterogeneidad. Germani sostenía que dada su reciente formación y la relativa fluidez de la estructura social argentina, la clase media disponía de una “relativa” falta de tradiciones y costumbres claramente fijadas. Sin embargo, podían identificarse algunos elementos como el estilo de vida, la instrucción secundaria y universitaria, los consumos culturales y el sentimiento de pertenencia a la clase media. Otros estudios tomaban como indicadores de la historia “espiritual” de la clase media la disminución de los índices de analfabetismo, el aumento de profesionales universitarios, el aumento de la matrícula de nivel medio y el nivel de consumos. Incluso se reconocía la existencia de una “psicología de la clase media”.

Aunque los estudios mencionados son posteriores a las publicaciones en la revista Idilio, puede interpretarse esta intervención de Germani como una apuesta –a través de la difusión de saberes psi a nivel masivo–, por la modernización de las clases medias que justamente constituían un actor central en ese proceso. Las clases medias eran agentes de modernización y, podemos sospechar, que para ser modernas tenían que psicoanalizarse. 

 Tal como señalan Marina Mariasch y Syd Krochmalny en el prólogo, la serie de interpretaciones puede leerse como “un catálogo de privacidades femeninas”. Los sueños analizados son sueños muy bellos, aunque a veces sean angustiantes, con situaciones, imágenes y símbolos de lo más variados. Como buen sociólogo, Germani clasifica este abanico amplio de sueños en muchas categorías: de animales, de frutas, de cansancio, de escaleras, de ajedrez, de conflicto espiritual.

Esta intervención de Germani además de interpretarse en articulación con un proyecto modernizador, también puede leerse como una tecnología de autoayuda. La presentación de la sección decía: “queremos ayudarle a conocerse a sí misma, a fortalecer su alma, a resolver sus problemas, a responder a sus dudas, a vencer sus complejos y a superarse”. 

En la Argentina, siempre fascinaron las innovaciones técnicas tal como muestra Beatriz Sarlo para las décadas del ‘20 y ‘30. Por otro lado, tono del análisis de los sueños recuerda a los pasajes del mundo que describe Soledad Quereilhac de varias décadas antes, cuando las fronteras entre la ciencia y lo oculto eran difusas. Cuando la incorporación de saberes psíquicos y de las ciencias del alma al terreno científico amplió el espectro de los fenómenos que podían explicarse racionalmente. En este sentido, la difusión a escala masiva y popular de estos saberes puede interpretarse como un proceso con varias décadas de historia. 

Los sueños se interpretaban a partir de los símbolos y también a la luz de la situación vital en que ocurrían. Así, podemos leer sobre el análisis de los sueños de persecución que según Richard Rest son de los más comunes: “justamente por ello no pueden atribuírseles una significación general sino que deben ser interpretados cada uno dentro del contexto de la personalidad y las circunstancias vitales de la protagonista.”

El libro incluye facsímiles con notas y consejos como por ejemplo “Hay que saber decir No”, “¿Será mucha infidelidad?” o “Labios que dicen sí”. Esto permite poder tener una idea más general del contenido de la revista de primera mano. Si bien destacan el aspecto textual de la sección, los editores insisten en colocar la relación entre texto e imagen como un artefacto, como un hecho artístico, que desplaza a Germani del mundo de la sociología hacia el mundo del arte y lo rescatan como un artista conceptual.

¿Qué imágenes de la mujer nos devuelve este catálogo de sueños? Hay un juego ambivalente entre estereotipos tradicionales y procesos de autonomización de la mujer. Los prologuistas se preguntan con agudeza si esa ambivalencia es resultado de las simbolizaciones de “la soñadora” o de las interpretaciones de Rest.

Finalmente, este catálogo también puede ser leído como un manual de autoayuda, o una suerte de I ching en clave onírica que refleja nuestras propias angustias, fantasías, temores y deseos.

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